La obesidad infantil se ha convertido en un grave problema de salud que, según datos emitidos por la OMS en Septiembre del 2015, afecta a más de 43 millones de niños en todo el mundo. En España se estima que aproximadamente el 40% de los niños tienen sobrepeso.
¿Cuáles son las causas?
La causa de la obesidad infantil no es un único factor o un solo comportamiento sino muchos, como los hábitos de alimentación, el estilo de vida, el ambiente, la genética y algunas afecciones.
1 | Una alimentación desequilibrada por malos hábitos y comportamientos aprendidos.
Los bebés y los niños pequeños responden a las señales de hambre y saciedad, de manera que no consumen más calorías de las que su cuerpo necesita. Ellos dejan de comer en cuanto su cuerpo les indica que han consumido lo suficiente. Pero, a veces, los adultos les obligan a terminar con todo lo que hay en su plato forzándolos a ignorar su saciedad y a comer todo lo que les sirven. Todavía hay personas que creen que el niño “gordito” es un niño bien alimentado. Sin embargo, esto no se trata más que de un mito erróneo; en ningún caso la obesidad es sinónimo de salud, sino todo lo contrario.
La manera como se come cuando se es niño afecta tremendamente al comportamiento alimentario del adulto. Cuando un comportamiento se repite durante muchos años, se convierte en hábito y éste afecta a lo que comemos, cuándo lo comemos y cuánto comemos. Estos hábitos aprendidos pueden llevar a comer aunque no tengamos hambre o a seguir comiendo aunque ya estemos saciados. El entorno familiar, los amigos y los colegios, entre otros, influyen en los hábitos alimentarios y el comportamiento con respecto a la alimentación de los niños.
Muchos estudios demuestran que los niños de hoy ingieren más calorías pero de peor calidad que los niños de hace años. Los cambios en las últimas décadas en el estilo de vida y las opciones de alimentos han provocado el aumento de la obesidad entre los niños entre otras cosas porque están rodeados de muchas cosas que los llevan fácilmente a comer en exceso.
Entre las causas responsables de malos hábitos y de comportamientos aprendidos inadecuados podemos citar, por ejemplo:
- Los alimentos ricos en grasas y/o azúcares suelen presentarse en porciones de tamaños grandes y esto puede hacer que los niños ingieran más calorías de las necesarias antes de sentirse llenos.
- Los anuncios comerciales muchas veces provocan que los niños elijan alimentos poco saludables: dulces, refrescos, comida “rápida”, alimentos ricos en grasas…
- La utilización de alimentos como “recompensa”o cómo recurso para aliviar su tristeza.
- Las máquinas dispensadoras de comida y refrescos que hay en algunos colegios y las tiendas con algunos alimentos que sirven como tentempié rápido no suelen proveer de alimentos muy saludables.
- La falta de tiempo para planear y preparar comidas saludables tiene como consecuencia que los niños coman más alimentos procesados y comidas rápidas que, en general, son menos saludables que las comidas preparadas en casa.
- Si los padres tienen unos hábitos alimentarios insanos el niño adoptará los mismos hábitos condicionando la aparición de obesidad.
Tanto la familia como los colegios y la comunidad tienen un papel fundamental en el aprendizaje de los buenos hábitos alimentarios.
2 | La falta de actividad física
La mayoría de los niños pasan demasiado tiempo delante de una pantalla: televisión, ordenador, videojuegos, teléfonos… Todas estas actividades que requieren tan poca energía sustituyen, a menudo, a las actividades físicas saludables. El resultado es que los niños tienen una vida sedentaria que además de disminuir el consumo de energía obstaculiza su desarrollo muscular.
Lejos de pretender convertir a todos los niños en atletas, sí debemos estimularles a practicar una actividad física sana como montar en bicicleta, correr, practicar algún deporte que les guste…
3 | Genética
Se han identificado genes implicados en el desarrollo de la obesidad; de manera que, hay niños con un mayor riesgo a padecer obesidad debido a que han heredado de sus padres genes que les predisponen a ello. Pero, la genética no es la única causa de su obesidad, para convertirse en obesos, también deben comer más calorías de las que necesitan para crecer y obtener energía. Hay estudios que apoyan la tesis de que con las mismas características genéticas es posible permanecer con normopeso o hacerse obeso por la influencia del ambiente.
La obesidad también está relacionada con otros trastornos genéticos.
4 | Causas médicas
Algunas afectaciones médicas pueden aumentar el riesgo de que un niño desarrolle obesidad; tal es el caso, por ejemplo, del hipotiroidismo, de alteraciones hormonales o trastornos emocionales.
Del mismo modo, ciertos medicamentos utilizados para el tratamiento de algunas enfermedades también incrementan el riesgo de obesidad (por ejemplo, esteroides o anticonvulsivos).
Repercusión en la salud física del niño
Un niño con sobrepeso u obesidad tiene más propensión a tener obeso o tener sobrepeso en la edad adulta, lo que predispone a padecer ciertas enfermedades de diversa gravedad. Los niños obesos están sufriendo problemas de salud que antes sólo solían diagnosticarse en las personas adultas. Cuando estas afecciones se desarrollan en la niñez, con frecuencia se vuelven más graves cuando el niño se convierte en un adulto.
Entre las posibles repercusiones que pueden aparecer en el niño obeso se encuentran:
1. Alteraciones metabólicas
- Aumento de los niveles de colesterol en sangre.
- Aumento de los niveles de triglicéridos en sangre.
- Diabetes.
- Resistencia a la insulina.
- Hiperinsulinismo (secreción excesiva de insulina).
2. Alteraciones en el aparato locomotor
- Dolor y rigidez articular.
- Dolor de espalda, caderas, rodillas y/o tobillos.
- Dolores musculares.
- Mayor riesgo de fracturas; sobre todo, de tobillo.
3. Alteraciones vasculares
- Hipertensión.
- Enfermedades cardíacas.
- Aumento del riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares en la edad adulta.
4. Afectación respiratoria: Apnea del sueño: consiste en la alteración de la respiración normal durante el sueño que, con frecuencia, tiene como consecuencia la presencia de somnolencia durante el día, cansancio, déficit de atención y bajo rendimiento escolar.
5. Infecciones cutáneas: debido a que se producen pliegues en la piel dejando zonas difíciles de limpiar correctamente y expuestas a una sudoración excesiva y con humedad prácticamente constante.
6. Alteraciones menstruales: las niñas con obesidad son más propensas a no tener períodos menstruales regulares.
Una pérdida de peso moderada puede mejorar e incluso hacer desaparecer alguna de todas las afecciones expuestas.
Repercusión en su salud psicológica
El dicho de que las personas gordas son felices es, sobre todo en los niños, más un mito que una realidad. Debido a los mensajes que reciben, los niños, ya a temprana edad, consideran a los obesos como menos deseables que los delgados.
El daño emocional provocado por el sobrepeso en la niñez puede ser considerable y continuado en el tiempo; el estigma social asociado a la obesidad está profundamente arraigado y en muchas ocasiones, es difícil que muchos niños con obesidad escapen de él. Las burlas que sufren les marcan para una etapa posterior complicada que es la adolescencia en la que uno de los aspectos fundamentales para que se desarrolle con normalidad es la sensación de sentirse bien con su cuerpo.
1. Baja autoestima
Los niños obesos frecuentemente tienen una baja autoestima que se va agudizando conforme llegan a la adolescencia; nueve de cada diez niños obesos desarrollan una percepción negativa de su imagen corporal, se sienten avergonzados de su aspecto.
El día a día de un niño obeso puede ser muy difícil debido a las burlas, los apodos por parte de sus compañeros, el ver que no le eligen para los juegos en equipo, la dificultad de hacer amigos nuevos… todo ello, provoca muy a menudo una baja autoestima que, muchas veces, ocasiona problemas en el rendimiento académico.
2. Discriminación, exclusión social
Los niños obesos tienen muchas probabilidades de no ser aceptados por un grupo únicamente por su peso sufriendo dificultades para hacer amigos. El origen de este rechazo esté en factores culturales que identifican la delgadez como perfección. Además, la percepción que tienen de sí mismos les influye en la relación con los demás empeorando, todavía más, la situación.
Este motivo puede ser tan lesivo más que las enfermedades físicas que se asocian a la obesidad.
3. Depresión
Los niños obesos también son más propensos a la ansiedad y la depresión; se calcula que el riego de desarrollar depresión aumenta en un 55% en los niños obesos.
La baja autoestima, la discriminación, la dificultad para hacer amigos… provocan que el niño no se adapte, se sienta diferente a los demás, se sienta solo y vivir esta situación día a día durante, a veces, mucho tiempo puede hacer que se entristezca, se encierre en sí mismo y acabe desarrollando una depresión clínica.
4. Uso de la comida como “consuelo”
La discriminación y la imagen negativa que tienen de sí mismos muchas veces, tienen como consecuencia el aislamiento social que, de manera paradójica, les lleva a refugiarse en la comida como fuente de consuelo, como un refugio en búsqueda de su bienestar emocional.
La presión por parte de los padres, los médicos y el entorno para que coman menos, el sentimiento de encontrase aislados y los cambios emocionales propios de su edad hace que muchos niños se sientan desbordados y no puedan evitar caer en esta paradoja.
El propósito de reducir el porcentaje de obesidad infantil está íntimamente relacionado con el entendimiento de sus causas y debe ir dirigido al asentamiento de buenos hábitos y de un estilo de vida saludable en los niños. Cuando se aprenden los hábitos a edades tempranas, es difícil cambiarlos en la edad adulta.
Los programas para la prevención de la obesidad infantil deben involucrar tanto a la familia como a los colegios como a la industria alimentaria y al sistema sanitario para conseguir un efecto más duradero y deben tener como objetivo la sensibilización de la población sobre el problema que supone para la salud de los niños la obesidad.
La familia y el colegio son los que más influyen en las conductas alimentarias de los niños. La mayoría de los casos de obesidad infantil tienen su origen en los malos hábitos alimentarios aprendido de los padres. La labor que tienen los colegios es muy importante en cuanto a favorecer una alimentación equilibrada y la práctica frecuente de actividad física. Muchas veces, sólo con pequeñas modificaciones se consiguen grandes resultados.
La toma de conciencia por parte de la industria alimentaria del problema de salud que supone la obesidad en los niños implica su compromiso a la hora de formular sus productos.
Por parte del sistema sanitario es fundamental la información y sensibilización de la población para prevenir la obesidad infantil así como la detección precoz de la obesidad para poner en marcha las medidas de control necesarias.
Es fundamental la prevención de la obesidad desde la infancia, y por eso, deben participar en ella todos los ámbitos que rodean al niño. Cierto es que se necesita tiempo y esfuerzo pero es la manera de conseguir educar a los niños en unos hábitos de vida saludables.